domingo, 12 de mayo de 2013

Los 10 mandamientos de un buen ministro de Educación


  1. Dedicar los primeros cien días de su mandato a visitar centros Infantil, Primaria y Secundaria para tomar contacto con la escuela actual.
  2.  Estudiar a fondo aquellos factores e indicadores que en diversos países han contribuido a promover el éxito escolar.
  3. Analizar qué puntos están funcionando y  qué otros no de la actual reforma (la LOE), antes de plantear una nueva ley. Hacer lo mismo con los programas que están resultando exitosos en distintas Comunidades Autónomas.
  4. Dedicar sus energías a evitar tantos recortes que  afectan al corazón de la equidad educativa y a la calidad de la enseñanza. Y que entienda y a haga entender a quien corresponda que la educación no es un gasto sino una inversión de futuro.
  5. Dejarse aconsejar por buenos asesores antes de meter la pata con afirmaciones que hay que corregir a la primera de cambio. El error es humano pero hay meteduras de pata  que claman al cielo. Además, el silencio, con frecuencia, suele ser una gran virtud.
  6. Sustituir el monólogo -demasiado extendido en los políticos- por el diálogo. Reunir a los Consejeros Educación o a quien sea solo para dar órdenes es una pérdida de tiempo.
  7. Iniciar negociaciones transparentes -con luz y taquígrafos-; y éstas no deben llevarse a cabo únicamente con los poderes fácticos y con los amigos del Ministerio.
  8. Escuchar, sobre todo, a los agentes de la comunidad educativa: profesorado, alumnado y madres y padres de familia, porque son los colectivos más afectados y de ellos depende que cualquier decisión de política educativa que tome llegue a buen puerto.
  9. Evitar las provocaciones y confrontaciones que no hacen más que alterar y distraer de otros asuntos de mayor calado, amén de impedir cualquier tipo de consenso. La arrogancia no es una de las mejores virtudes que debe prodigar un ministro de un ramo tan sensible como el de la educación.
  10. Mirar más al presente-futuro que al presente-pasado, más aún si éste es tan oscuro que mejor es olvidarlo.
Estos diez mandamientos se resumen en dos:
1. Enterarse mejor de cómo funciona la educación y cómo se proyecta en el futuro.
2. Dejar de marear la perdiz con nuevas leyes y decretos y proteger mejor a la escuela pública de tanto recorte

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