MANIFIESTO PARA EL INICIO DEL CURSO 2012-2013
La educación pública está en estado de máxima
alerta y su pervivencia, al menos tal y como hasta ahora la conocíamos, corre
un serio riesgo de desmantelamiento. Estamos ante un inicio de curso que tiene
de todo, menos de normalidad. De normalidad, nada de nada; por más que se
empeñen en engañar a la opinión pública, el inicio de este curso 2012-2013 está
marcado por una profunda y desasosegante anormalidad. Una anormalidad que se
manifiesta en la calle, que se percibe en las conversaciones y en las miradas.
Una anormalidad que se traduce en menos recursos para la escuela, más alumnos
por aula y drásticas reducciones de personal docente; y, por si fuera poco,
todo ello en un contexto de escandalosa subida de los precios de productos
básicos, entre ellos el material escolar, tasas de paro intolerables, aumento
incesante de la precariedad e inseguridad laboral y sanitaria, y un clima
preocupante de creciente acoso y derribo de los derechos civiles y de las
libertades públicas.
La anormalidad no puede negarse; entre otras cosas
porque así la viven, la padecen con creciente angustia, las familias que se han
visto privadas de becas de transporte y comedor o de las ayudas para adquirir
material escolar y libros de texto —¡¡más de 33.000 familias aragonesas se han
quedado sin esas ayudas cuando cumplían todos los requisitos exigidos para su
concesión!!—, o los ocho profesores que este Instituto ha perdido, de golpe y
porrazo, respecto del curso pasado en virtud de un salvaje y particular
expediente de regulación de empleo; nada menos que dispondremos de un 10% menos
de profesores que serían imprescindibles para atender a un alumnado que, por
cierto, se ha incrementado para este curso anormal en 25 personas. Pero, lamentablemente,
hay muchísimas más anormalidades; la opinión pública debe saber que, bajo el
perverso argumento de la racionalización del gasto, no sólo se están recortando
drásticamente las partidas presupuestarias para el mantenimiento de las
instalaciones (electricidad, gas, teléfono, fotocopias, materiales y
componentes informáticos, pequeñas obras de mantenimiento de instalaciones y
mobiliario, etc., etc.)…, sino que ni la biblioteca del Centro ni los
departamentos didácticos podrán disponer de presupuestos adecuados para
desempeñar su trabajo.
Contra este ataque deliberado y sin precedentes a
la escuela pública a quienes creemos en ella nos corresponde defenderla.
Defenderla trabajando y estudiando más y mejor que nunca; cuidándola y
respetándola como lo que es: el patrimonio de la civilización que hemos
heredado. Pero, además de extremar el cuidado de nuestras obligaciones como
trabajadores y estudiantes, nos corresponde también denunciar, rebelarnos,
actuar y resistir juntos, familias, alumnos, profesores y personal de
administración y servicios, frente a esta serie de atropellos y desatinos que,
con el pretexto de remediar la profunda crisis del sistema económico que
padecemos, no persigue otro objetivo que destruir instituciones que, como la
escuela o la sanidad públicas, son básicas para garantizar un mínimo de
justicia, igualdad y convivencia social. En nuestras manos está que no lo
consigan: es importantísimo que no cejemos en la lucha colectiva por una
escuela pública de todas y todos. Desde aquí hacemos un llamamiento para
comprometernos a realizar concentraciones en el exterior del Instituto todos
los miércoles en el primer recreo y a constituir una Asamblea Permanente
abierta al alumnado, familias y trabajadores del IES, que coordine las
protestas y acciones que, con seguridad, habrá que llevar a cabo durante el
curso que ahora empezamos. Unidos podremos: ¡¡no a los recortes sociales y
educativos; por una escuela pública de todos y para todos!!
Claustro de Profesores del IES Ramón y Cajal de
Huesca.
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