jueves, 11 de abril de 2013

No es caridad, señora, es un derecho

JOSÉ LUIS Trasobares 24/03/2013
Que la consejera Dolores Serrat afirmase en las Cortes (ante una pregunta del PSOE sobre becas de comedor) que su departamento se ocupa de la enseñanza "y no de la beneficencia" plantea un doble problema. Por un lado explicita con terrible sinceridad la brutal naturaleza de la ideología conservadora, decidida, en nombre del ultraliberalismo más despiadado, a llevarse por delante toda forma de solidaridad normalizada y todo derecho que no sea el del negocio por encima de todo. Por otro, señala la escasa profesionalidad de un cargo público, capaz de afirmar en sede parlamentaria (como dice el latiguillo) algo tan inconveniente. Esas cosas nunca deberían decirse... aunque se piensen.
En los últimos días he escuchado directamente o leído en los diarios afirmaciones y reflexiones que ponen de manifiesto el hiriente desparpajo, la ciega crudeza de aquellos cuya responsabilidad exigiría un punto más de discreción y sentido común. No hablo sólo de políticos. También de personas a las que se han confiado poderes de otro tipo (por ejemplo de naturaleza económica) y que parecen no entender ni lo delicado de la situación actual ni el impacto de la crisis sobre muchos miles de personas, de ciudadanos.
Serrat dirige (es un decir) la educación aragonesa con el objetivo de primar la privada concertada sobre la pública. Eso es algo obvio y verificable curso a curso. Pero de ahí a desvincularse de las becas de comedor en términos tan duros debiera mediar un abismo. Si la consejera lo ha cruzado tan campante será porque estamos en la fase de consolidación de la nueva realidad y va siendo hora de hacer saber a los menos favorecidos por la fortuna lo que les espera... a ellos y a sus hijos.
Como era de esperar, ya está sobre la mesa el triste hecho de que la justicia social ha muerto y en consecuencia muchos derechos fundamentales van a convertirse en objeto de caridad. Como en el pasado. Los comedores escolares, un servicio esencial en estos momentos para garantizar que miles de criaturas hagan al menos una comida adecuada al día, están siendo literalmente dinamitados. El departamento de doña Dolores está incluso dispuesto a implantar la jornada continua en los centros públicos (algo que el PP rechazaba radicalmente cuando estaba en la oposición) para cerrar tales dependencias y que las familias se apañen como puedan. Y el que no pueda, pues eso...
Aquí se acabaron los disimulos y las componendas. Las cosas, cuanto más claras, mejor. Un espeso tufo a chulería y menosprecio llega a la ciudadanía desde las propias instituciones. Los mismos políticos que exigen respeto y buenas maneras, se manifiestan con un desahogo casi insultante. Es tremendo.


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