El
inicio de curso es un motivo de alegría y de nuevas ilusiones. Las
familias confían en que sus hijos e hijas saquen provecho del tiempo
que pasarán en el centro: que aprendan el máximo; que sus
profesores les faciliten los aprendizajes más complicados y, si
fuera posible, que consigan motivar algo a los menos motivados.
Los
alumnos y alumnas hablan, ríen y gritan sin darse cuenta, celebran
el reencuentro, y cruzan los dedos para que todo resulte fácil y
puedan pasar de curso sin problemas.
Los
profes, que también celebran el reencuentro, pero hablan más bajito
y no se ríen tanto, revisan sus materiales, seleccionando aquellos
con los que ya tuvieron éxito y esperan, especialmente, que el
ambiente del aula sea lo más propicio para dar sus clases (sean
estas participativas, magistrales, asamblearias, innovadoras…).
Todo
es optimismo y buenas intenciones. Pero cada año tiene su
particularidad y éste comienza con un contexto negativo que no
podemos obviar:
-
Son cientos, miles en todo el país, los puestos de profesores que
se han suprimido en
todos los centros.
-
Como consecuencia de lo anterior, tenemos más alumnos por profesor
que en cursos anteriores.
-
Además, sabemos que hay muchas familias con dificultades económicas
y sociales agravados
por la dificultad de acceso a becas de comedor y libros.
-
Inmersos en una aguda crisis, con más o menos problemas, todas las
familias viven con preocupación el presente y el futuro educativo de
sus hijos.
-
Y nuestros
niños/as y adolescentes, que además de
vivir esa edad tan estupenda como difícil y problemática tienen
que estudiar, incluso cosas que no les gustan, no son ajenos a todo
lo anterior, porque oyen hablar de ello, porque les afecta y porque
saben pensar y piensan, aunque a veces, los adultos prepotentes,
creamos que solo tienen pájaros en la cabeza.
La
Declaración Universal de Derechos Humanos proclamó en 1948 que la
enseñanza elemental debía ser obligatoria y gratuita para todos los
niños del mundo.
Este
derecho a la educación fue entendido más tarde como el derecho a
una educación de calidad, en el sentido amplio de “respeto de los
derechos individuales; mejora de la igualdad de oportunidades en
materia de acceso y obtención de resultados; y pertinencia de lo
enseñado. Estos principios se han integrado en las finalidades de la
educación enunciadas en la Convención sobre los Derechos del Niño
de 1990, en la que se basan las posiciones actuales de la UNESCO y
UNICEF con respecto a la calidad de la educación. Es decir: nadie
las discute.
Por
lo tanto, si como indican los informes de la UNESCO la calidad de la
educación se pone de manifiesto por un conjunto de indicadores
entre los que se encuentran el gasto público en educación, el
número de alumnos por maestro, las cualificaciones de los docentes y
la duración de la escolaridad, podemos asegurar, que como
consecuencia de los recortes en la educación pública aprobados por
la Consejería de Educación de Aragón:
- Es imposible que durante el presente curso no se vea mermada la calidad de la educación de nuestros jóvenes.
- Que entendemos que formamos parte de una comunidad educativa cuyos fines no deben ser seleccionar a unos pocos para lanzarlos a su éxito particular, sino que de lo que se trata es de que cada alumno o alumna pueda aprender lo máximo posible en función de sus capacidades y que podamos, juntos, aprender a ser, a vivir y a soñar.
- Que hoy más que nunca, necesitamos colaborar las familias, el alumnado y los equipos docentes para evitar que el daño sea mayor y por lo que os invitamos a compartir con vuestras inquietudes y temores; pero también os invitamos a defender que la pública siga siendo la de educación de mayor calidad . La calidad en educación debe ir hacia delante , nunca debería retroceder,para vuestros hijos e hijas, nuestros alumnos, con el fin de que su futuro, que a nadie se le escapa que también es el nuestro, sea el de una sociedad menos desigual y menos injusta que la que hoy estamos viviendo.
- Que es evidente que la excelencia educativa solo se alcanzará cuando de las aulas salgan excelentes personas.
- Por eso, aunque rechazamos rotundamente este deterioro de la educación pública al que hoy asistimos, queremos también mantener la ilusión y la convicción de que unidos en la defensa de la educación pública podemos pararlo y empezar un nuevo tiempo. Profesorado y familias, conjuntamente, consensuaremos las medidas a adoptar, poniendo por delante la pervivencia de la escuela pública antes que los intereses legítimos de cada colectivo. Y ello porque el enemigo real son los gobiernos neoliberales que no conseguirán dividirnos.
Plataforma
en defensa de la Escuela Pública de
Huescahttp://plataformaescuelapublicahu.blogspot.com/
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