‘Ley Wert’ con pies de barro
Falta de consenso, problemas de financiación y competencias comprometen la reforma
El Congreso aguarda un encendido debate
Una reforma de cartón piedra
En septiembre: “La educación es el motor que promueve la competitividad de la economía y las cotas de prosperidad de un país; su nivel educativo determina su capacidad de competir con éxito en la arena internacional y afrontar los desafíos que se planteen en el futuro. Mejorar el nivel de los ciudadanos en el ámbito educativo supone abrirles las puertas a puestos de trabajo de alta cualificación, lo que representa una apuesta por el crecimiento económico y por conseguir ventajas en el mercado global”.
En diciembre: “Los alumnos son el centro y la razón de ser de la educación. El aprendizaje en la escuela debe ir dirigido a formar personas autónomas, criticas, con pensamiento propio. Todos los alumnos tienen un sueño, todas las personas jóvenes tienen talento. Nuestras personas y sus talentos son lo más valioso que tenemos como país”.
De la comparación de ambos párrafos nace la pregunta ella solita. Si en tres meses hay un cambio de arranque tan brutal ¿en qué estarán pensando los promotores de la ley, de verdad de la buena? ¿En lo de comienzo de curso: economía, globalización, competitividad, vida laboral? ¿En lo de Navidad: persona, talento, autonomía, creatividad?
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